El bebé se desarrolla dentro del útero materno, un órgano especialmente diseñada para cumplir dicha función. Desde el cigoto, una única célula formada por los gametos, hasta el feto, el útero aumentará de tamaño ajustándose a las necesidades del embarazo.
El feto se encuentra flotando dentro de varios tejidos, dentro de los que se destacan el corion y el amnios. El líquido amniótico es de color claro y baña al feto de forma permanente luego del primer trimestre. El mismo cumple funciones vitales para el crecimiento y desarrollo del bebé.
Una primera función es física, de amortiguar posibles golpes que pueda recibir del exterior, protegiendo al bebé en caso de caídas.
El líquido también contribuye en el desarrollo de los pulmones y riñones, ya que el bebé produce orina que se mezcla con el líquido amniótico.
El útero genera un espacio en el cual el feto puede mover sus brazos y piernas, puede estimular sus músculos y articulaciones, movimientos que no se podrían realizar si no estuviera bañado en un medio acuoso.
La composición del líquido amniótico es simple, mayoritariamente por agua, iones y algunas células de los tejidos del feto, pero cumple una función vital en el embarazo.