La incontinencia urinaria es un término médico que se refiere a la perdida de control de la vejiga durante el día o la noche. Este problema que afecta a muchos niños y desaparece cuando crecen. Generalmente la incontinencia diurna no se diagnostica hasta los 7 años de edad, antes de ese periodo, se denomina como incontinencia nocturna.
La edad que los niños logran la continencia urinaria es variable, sin embargo, más del 90% de los niños son continentes durante el día a los 5 años. La incontinencia nocturna afecta al 30% de los niños de 4 años, al 10% de 7 años, 3 a 12 años. Alrededor del 0,5% de los adultos siguen teniendo episodios. Es más común en varones y se incrementa más cuando existen antecedente familiares.
Causas de la incontinencia infantil
Algunos estudios apuntan a que aproximadamente el 30% de los casos están relacionados con trastornos orgánicos, aunque existen otros factores como los antecedentes familiares, reducida capacidad de la vejiga, demora en el proceso de maduración, alta cantidad de líquido urinario, alteraciones o debilidad en las estructuras de las áreas involucradas en el proceso, alteraciones del sueño, reflujo vaginal, abuso sexual, estrés y infecciones urinarias, entre otras causas.
Consejos útiles
Se recomienda registrar la frecuencia, cantidad y algún otro dato que aporte información a la hora de visitar a un médico. También si es necesario se realizará un examen físico. Sin embargo, es importante tener en consideración la actitud del niño frente a este problema de incontinencia, ya que puede afectar su autoestima. La educación ayuda a reducir el impacto psicológico negativo ante accidentes.
Lograr la continencia no es un proceso rápido. Puede extenderse por algunos meses hasta que el sistema nervioso avise el momento en que la vejiga esté llena y lo despierte para levantarse al baño. Si bien es cierto, que hay medicamentos para la enuresis diurna, éstos deben ser recomendados bajo supervisor médica
Algunas de las técnicas que se pueden utilizar para ayudar al niño es ir al baño cuando sienta el deseo y mientras se orina, interrumpa y vuelva a reanudar con la finalidad de fortalecer y ganar confianza en el proceso. Tratar de que se produzca un cambio de conducta mediante el reforzamiento positivo e igualmente, la asociación de las ganas de orinar con un horario u objeto como un reloj que invite a cubrir esa necesidad fisiológica funcionando como recordatorio.
La educación de los padres es esencial para el bienestar del niño desde el momento que es capaz de tener conocimiento del funcionamiento de la vejiga como órgano flexible necesario para hacer las necesidades básicas. Del mismo modo, la comprensión de los padres es clave y estar atentos a las señales que indican que la vejiga tiene actividad al observar ciertas conductas en los niños procurando no aguantar las ganas de orinar por mucho tiempo.