El momento del parto es verdaderamente un proceso abrupto para el niño naciente, pues pasa de un ambiente cálido y acuoso en el cual se ha venido gestando en aquellos últimos 9 meses a un ambiente más frío y seco.
Es normal que todo neonato deba ambientarse a su nuevo hábitat y que por esta razón se encuentre mucho más desprotegido que cualquier otro ser humano.
Para cuidar la piel del bebé, siendo esta un órgano delicado y propenso a resentirse con los cambios del ambiente, se debe tener en cuenta ciertos consejos y tips. A modo de resumen se podría agrupar estos consejos en un compendio de oraciones tal como: Utilizar el agua tibia para limpiar al bebé, cuidar de que esta no se encuentre demasiado caliente ni demasiado fría. Una temperatura del agua a 37°C es suficiente e ideal, para ello se puede adquirir un termómetro especialmente diseñado para baños de bebé que no se diferencian en el mecanismo por sobre otros termómetros pero sí están diseñados para flotar y dar la temperatura exacta en la que se está sumergiendo al niño.
Métodos caseros para comprobar la temperatura del agua existen simplemente tocando la superficie de esta con el codo o con el dorso de la mano.
Hay que recordar que no es recomendable el uso de jabones con cualidades antibacterianas o perfumes. Éstos pueden contribuir a dañar la piel del bebé o irritarla dependiendo de los componentes de los mismos. Sin embargo, sí se puede utilizar una pequeña cantidad de crema humectante para bebés.
Sobre todo en lugares que a causa de la fricción suelen generarse paspaduras o raspones. Otro agente que irrita, reseca o paspa la piel del niño es el frío, también en épocas invernales está aconsejada la utilización de cremas humectantes.
No obstante hay que intentar disminuir la cantidad de productos químicos que se utilicen sobre la piel del niño, aunque esto también es un buen consejo para dermis de humanos adultos. Hay que tener en cuenta que la piel de un lactante tiende a absorber los productos químicos que se aplican sobre ella de una manera más rápida que las personas maduras.
En cuestión de climas cálidos, tiempos estivales y lugares con mucha exposición solar tal como puede ser una gran plaza, un balneario, etc. Intentar que los rayos solares sean disminuidos por sombreros, sombrillas, carpas o parasoles. Recuerde hidratar bien al niño para evitar golpes de calor y airear su piel en el mayor grado posible.
Tanto en invierno como en verano hay que tener en cuenta que los pañales pueden causar irritación o paspaduras. Sobre todo si están humedecidos, por consiguiente es necesario su cambio y reposición frecuente. En lo posible que éstos sean de buena calidad y con una buena capacidad absorbente tanto para evitar derrames como esa sensación molesta de picor. No olvide que el contacto con el pañal es una zona predispuesta a acumular suciedad, desechos y gérmenes, es necesario limpiar con mucho cuidado toda esta región del cuerpo para evitar futuras complicaciones en la salud.
La utilización de productos en el baño
La piel está compuesta por dos capas, una llamada dermis y epidermis. En esta última las células que la componen juntan un acumulo en forma de capa para evitar el contacto directo con las capas inferiores.
La utilización periódica de productos químicos sobre esta capa puede dañar su función protectora y ocasionar más daños que beneficios.
A la hora de bañar a un bebé no es necesario incorporar jabones, pues pueden llegar a resecar a la piel de una forma brusca. Solo se debe utilizar agua tibia en una bañera situada en un lugar tibio y sin entradas de aire.
Sí está permitido la implementación de aceites para baño no perfumados que se aplican en el agua y ayudan a mantener la piel saludable.
Cuando se esté limpiando la superficie dérmica del niño, se debe prestar especial atención a higienizar aquellos pliegues naturales que pueden acumular suciedad y que a causa de sus curvas el agua no logra quitar.
Para ello se debe pasar la mano sobre axilas, pliegues inguinales, cuello posterior y anterior, orejas y dedos. Éstos últimos generalmente permanecen cerrados en forma de puño, tal es el modo en el que los niños tienden a mantener sus manos.
Otra cuestión de importancia es la temperatura ambiente, el bebé es muy vulnerable al cambio de temperaturas bruscas. Sobre todo en el momento del baño, cuando pasa 37/38°C a unos 21°C del ambiente promedio y viceversa. Es muy recomendable asegurarse siempre que todas las cosas necesarias para llevar a cabo el baño del bebé estén a mano y en la misma habitación para evitar abrir la puerta y generar corrientes de aire.
Los niños recién nacidos o de pocos meses no suelen adaptarse a la variación térmica con facilidad por lo que dependen mucho de su abrigo o ropa liviana para enfrentar las temporadas frías y calurosas respectivamente.
No obstante, con respecto al abrigo, intentar que las prendas hechas a base de lana no tomen contacto directo con el cuerpo del bebé. Sí puede colocársele ropa de algodón por debajo para evitar el roce con la lana que generalmente provoca reacciones alérgicas y picores.
El cabello del niño
El cabello del bebé suele ser débil, suave y fino; todo lo contrario de lo que representa el pelo de un adulto. Sin embargo, éste tiende a caer para dar lugar a una nuevos pelitos. El único consejo que se da en caso de querer lavarles la cabellera será utilizar champúes especiales para bebés, algo que no es demasiado necesario puesto que la poca cantidad que los niños traen al mundo en promedio no reclama grandes cuidados. No obstante, prestar especial atención en los componentes químicos que éste trae.
Con respecto al color, no hay que olvidar que el lactante todavía mantiene procesos de desarrollo que los continuará hasta que llegue a sus 18 o 25 años dependiendo del sexo. El cabello suele cambiar de color, siendo primero oscuro en la mayoría de los casos y aclarándose posteriormente con el pasar de los días en el caso que su genética así lo tenga estipulado.
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