Es normal que los bebés tengan miedos, de hecho los adultos lo tenemos quizás en menor grado, pero ahí están.
Lo más habitual es que el niño muy pequeño se asuste con ruidos (un electrodoméstico, un portazo o por ejemplo un grito) o con sombras desconocidas (alguna visita que entra para ver al bebé). Ellos se ponen nerviosos, lloran desconsoladamente o sollozan y los padres, a veces, no saben como reaccionar. Pues, es muy simple, solo deben demostrar tranquilidad para que el niño lo perciba. Cuidado, no hay que obligarlos a enfrentar sus “miedos” a la fuerza, ya que crecerán con mucho miedo en el futuro.
El bebé con el tiempo, los sabrá enfrentar. Solo deben de cargarlo y hablarle de una manera relajada, con una entonación monótona, descendente y repetitiva (puede ser la melodía del arroz con leche con la vocal a por ejemplo). De esta manera el niño se calmara y de a poco perderá los miedos, no los apuréis, ellos sabrán que hacer.