Durante los primeros días de vida de un bebé se van sucediendo cambios que no ocurren en otros momentos de la vida. El recién nacido pasó de vivir en un ambiente controlado y confortable como es el útero materno, donde se le brindaba todo lo que precisaba, a un ambiente más cambiante.
Su organismo también sufre cambios a nivel bioquímico ya que algunos órganos que no estaban funcionando comienzan a hacerlo. Un ejemplo es el caso del hígado, que tiene que comenzar a trabajar a pleno, teniendo como función importante la degradación de los glóbulos rojos viejos que circulan por la sangre. En este proceso se produce bilirrubina, una sustancia química que da el color amarillento a la piel del bebé. Ese color se observa en el tronco, miembros y cabeza.
Es un proceso normal que ocurre en todos los bebés, que se llama ictericia neonatal. La familia y amigos y cuidadores tienen que estar informados y conocer que va a suceder para no generar alarma.
Al cabo de una o dos semanas la piel recupera su coloración habitual rojiza, ya que se pudo eliminar toda la bilirrubina extra. El control del médico es fundamental para establecer si el proceso va sucediendo dentro de rangos normales.