En los últimos años múltiples investigaciones han venido demostrando la gran sensibilidad de los bebés en sus primeros meses de vida, e incluso antes de nacer.
Conocida es la teoría que dice que los bebés que han escuchado regularmente música clásica antes de nacer, tienden desarrollar más tarde patrones de comportamiento más saludables, tranquilos y calmados. Efectivamente, parece que los bebes son capaces de percibir hasta cierto punto el mundo exterior a la placenta, y que ello les influye de manera subconsciente, igual que les influye el estado anímico de su madre.
Pues bien, estudios recientes parecen apuntar a que los bebés desarrollan una cierta afinidad con el lenguaje de sus progenitores desde sus primeros meses de vida. Esa intuición natural de las madres de hablar a sus bebés durante el embarazo parece pues que no sólo contribuye a reforzar el lazo afectivo, sino que ayuda a estrechar el canal de comunicación entre ambos.
Una vez que el bebé se acostumbra al mundo exterior y comienza a conocer y reconocer objetos y personas, se multiplican sus ansias de comunicación, y en apenas unos meses comienza a pronunciar sus primeras palabras.
Durante sus primeros años de vida, un bebé es una auténtica máquina de aprender. Correctamente dirigido, es capaz de aprender Español, Inglés y Francés de manera simultánea y sin ningún esfuerzo. Su mente empieza a traducir ideas y objetos en palabras.
En realidad no es que sepa traducir, sino que aprende a asignar 3 palabras diferentes (una por idioma) a un mismo objeto, como si se tratara de sinónimos. Lo que un traductor tarda en conseguir diez o quince años de estudio, un bebé lo logra en apenas uno o dos años de pura diversión. Traducciones naturales, intuitivas… el sueño de cualquier traductor.
Es o no es un bebé el traductor perfecto en potencia?
