El vínculo entre madre y bebé es muy fuerte, siendo vital para su desarrollo óptimo. Durante los primeros meses en que la familia recibe al bebé es frecuente que la madre asuma varias tareas vinculadas al cuidado de su hijo, desde su alimentación, higiene y cuidado.
El rol del padre lo dejamos en un segundo plano, muchas veces porque tiene temor en colaborar con su hijo o porque no se le brinda el espacio adecuado para hacerlo. Durante los primeros meses de recibir al recién nacido la familia tiene que estar abocada completamente a su cuidado. Es uno de los momento de la vida, el primer año de vida, que los niños son más vulnerables.
Durante este tiempo el padre debe acompañar a su bebé y a la madre en todas las tareas que requiera la casa, pudiendo participar activamente en el cuidado del niño.
La madre tiene que generar espacios para que el padre participe activamente: al momento de amamantar a su bebé el padre puede acompañarla sentado junta a ella y su hijo, puede encargarse del baño de su hijo algunos días, el cambio de pañales y acompañarlos cuando acudan al médico.
No olvidar, que es importante que el padre asuma todas las funciones que la madre del niño no puede realizar como realizar las compras, pagar facturas y realización de otras tareas. Todo en beneficio de la familia.
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