El tabaquismo constituye una adicción tanto biológica como psicológica. El humo de tabaco contiene gran cantidad de contaminantes que ingresan a nuestra sangre y circulan por ella. Durante el embarazo la sangre de la madre es la encargada de aportarle el oxígeno, alimentos, calor y eliminar los desechos de su hijo. Este intercambio es realizado por la placenta, lugar donde las sustancias pasan entre ambas sangre, la materna y la fetal.
En caso de fumar las sustancias tóxicas contenidas en la sangre de la madre pasarán al feto afectando su normal desarrollo.El monóxido de carbono contenido en la sangre aumenta en las personas fumadoras, lo que provocará menor capacidad para trasladar el oxígeno. Este aspecto puede afectar al feto en algunas situaciones donde se requiera un adecuado aporte de este gas.
Los bebés de madres fumadoras tienen mayor probabilidad de tener bajo peso al momento de nacer, ser pretérminos (nacer antes de fecha), tener problemas congénitos o padecer un síndrome de abstinencia luego de nacido, entre otros problemas lo que contribuye a que tengan un mayor riesgo de salud. Para cuidar la salud del futuro bebé la madre tiene que comenzar a cuidar la propia desde el primer día que sabe que está embarazada.